«Stroke» y mi Caddy
No hay muchos que puedan decir: “¡Un coche me salvó la vida!”
Quizás yo sí puedo.
Desde los años setenta, cuando me iba a la cama rodeado de coches de juguete, los coches han sido mi pasión. Como era un niño tímido, los coches se convirtieron en mi zona de confort aportándome paz en lo que llegó a ser una batalla vital con fobias sociales y trastorno bipolar. Viajar en el coche de mi padre me entusiasmaba.
En los primeros años mi padre tenía unos coches magníficos. Aún guardo en la memoria los viajes veraniegos para ver a la familia en Escocia, las breves horas desde nuestro hogar en Lancashire cruzando carreteras rurales y autopistas. Aquellos viajes me llevaban a otro mundo, lejos de clases ruidosas y patios de recreo, donde mi timidez me dejaba a merced de todo tipo de abusones para acosarme. No podía entender por qué me odiaban tanto. “¿Por qué no puede ser la gente amable y solo hablar de coches?”, pensaba yo al tiempo de esquivar otro cabezazo.
No veía el momento de dejar la escuela y empezar a trabajar para poder ahorrar y obtener el coche de mis sueños. Mi vida laboral ya estaba planificada, y calculé que podría comprarlo en tres años tras dejar los estudios. Iba a aprender el negocio familiar en la planta de producción de la fábrica de persianas de mi padre y tener un rápido ascenso. Pero de pronto, nuestras vidas dieron un vuelco.
Mi padre sufrió una hemorragia cerebral a los 44 años de edad, tras varios meses enfermo sin saber lo que tenía. Yo acababa de cumplir los 16. No había sabido que mi padre ya llevaba un par de años con malestar y dolores de cabeza que desembocaron en la aneurisma. Durante su larga recuperación, su mejor amigo y socio vendió la empresa y desapareció, dejándonos en la calle.
Mi padre quedó de súbito sin salud, sin dinero y traicionado por su mejor amigo. El temor, el miedo y la incertidumbre nos desbordaron. Las cosas nunca volvieron a ser lo mismo y mi padre y el resto de mi familia cambiaron radicalmente. Ya no podía estar cerca de ellos.
El tiempo fue pasando y pese a todo tipo de dificultades, me las arreglé para tener trabajos que guardaban relación con los coches. Me encontraba emocional y físicamente exhausto y en un viaje para visitar a mi mejor amigo a Sheffield me vine abajo. Entonces decidí empezar una nueva vida en Yorkshire. Al principio fue un alivio y tuve algo de paz, pero echaba de menos a mi familia cada día. Con el paso de los años fui sobreviviendo en mi propio camino.
Tras una década manteniendo la distancia con mi familia, me vi de nuevo en contacto con mi padre. Se había dado cuenta de que nos había descuidado, y ahora trataba de repararlo. Parecía el atisbo de una segunda oportunidad para estar cerca de mi familia y volví así a disfrutar del viaje a Lancashire. Aunque debíamos esforzarnos, me disponía a creer que teníamos un futuro juntos. Pero a los tres meses a mi padre le dio un derrame cerebral serio que le dejó medio cuerpo paralizado y con una dependencia total. Sentí que se me arrebató la oportunidad de volver a tener un padre y caí en una depresión severa.
Al poco tiempo me encontré por casualidad con un Volkswagen Caddy MK1 a la venta en internet. Me encantan los Volkswagen, y a menudo echo un vistazo por eBay a los magníficos coches, algunos que ya he tenido, y otros con los que sólo puedo soñar. Eché un vistazo a un coche un poco raro color rojo oscuro. Aunque estaba bastante abollado y sin cuidar, me atrajo inmediatamente ver que tenía acceso para silla de ruedas.
Resultó ser el primer vehículo de Europa con acceso para 2 pasajeros con silla de ruedas, adaptado por Constables Mobility al sur de Inglaterra. Vi que tenía que ser mío en cuanto rondó en mi mente la idea de sacar a mis padres de la residencia para llevarlos de viaje. Me invadió la euforia y la adrenalina se me disparó. Me puse a dar vueltas por la casa aguardando impaciente el fin de la subasta. Esperaba que nadie pujara más alto que yo. Nuestra oferta más alta eran 720 libras; la subí a 1000, cerré los ojos… ¡y gané, enhorabuena!
El coche lo utilizo en mi voluntariado con la Stroke Charity UK (organización benéfica para el derrame cerebral del Reino Unido). Entré en contacto con ellos en 2011, inspirado por la increíble concienciación y captación de fondos que mi prima Michelle había realizado para una investigación sobre el cáncer. Stroke UK invierte en investigación y ayuda para víctimas de derrame cerebral y sus familias. El derrame cerebral es una de las primeras causas de discapacidad en adultos y mata a unas 100.000 personas al año en el Reino Unido. Con un tratamiento rápido y los cuidados adecuados muchas personas pueden recuperarse bien.
He circulado más de 30.000 kilómetros por Europa y Reino Unido con etiquetas de la asociación puestas en mi Caddy adaptado. Como capta la atención allí donde voy, sé que sirve de ayuda para algunos. Esto me reconforta y en cierto modo siento que mi padre aún contribuye en vida en la tierra a través de mi misión, aunque no pueda levantarse de la cama.
Ser voluntario en la primera tienda benéfica de la asociación en Sheffield es una oportunidad increíble para seguir utilizando el vehículo durante el mayor tiempo posible. Me encontraba atravesando otra fuerte depresión cuando descubrí que la tienda acababa de abrir en mi ciudad. En menos de una semana ya estaba recolectando bolsas con donativos y ahora veo el futuro con más optimismo para mí y para “el coche del pueblo”.
Volkswagen se traduce del alemán como «el coche del pueblo». Mi extraño VW lo es realmente. Su existencia sirve de apoyo a las personas más vulnerables de la sociedad y espero que las etiquetas ayuden a prevenir algún que otro derrame. La asociación ofrece un asesoramiento adecuado en la prevención de derrames, incluyendo orientación en dietas y estilo de vida. Ojalá hubiéramos sabido más cuando mi padre tuvo el suyo y así estar seguros de que recibía el tratamiento apropiado. En lugar de eso, pasó dos días en una habitación de hospital antes de ser tratado.
Por favor echa un vistazo a www.stroke.org.uk. Podría salvar tu vida.
Ser voluntario en Stroke UK me da una sensación de propósito en este planeta. Antes siempre estaba luchando por encontrar “cosas” para satisfacer mi existencia. El voluntariado no resuelve todos mis problemas, pero sí me ayuda a lidiar con los desafíos de la vida, además de brindarme la oportunidad de conocer gente extremadamente amable y servicial.
Mi idea para un mundo mejor sería por tanto, sugerir a todos que encuentren una buena causa, algo que llegue al corazón y empleen un par de días ayudando a otros. Es lógico que si todos nosotros damos un poquito, de vez en cuando podemos recibir algo excepcional que el dinero no puede comprar.
Me gustaría alentar a otras personas tímidas o con fobias sociales a probar el voluntariado, donde es posible experimentar una nueva vida y encontrar gente apasionada que está ahí para apoyarte mientras tú apoyas la causa.
Jay McGreneghan nació el 6 de agosto de 1972. Le gusta la fotografía, estar en forma, cocinar, las motos, los coches y los karts, así como ver deportes de motor. Le han encantado los coches alemanes desde que era pequeño. Su favorito es el Porsche 911. El volante de su Caddy MK1 es de un Porsche 924 del 79.