Un volcán de cultura en Tenerife
El reflejo del sol en la pantalla del ordenador me impide concentrarme en la tarea de escribir. Mientras los rayos, traviesos, se cuelan por el cristal del salón iluminándolo todo. En pocos sitios me siento tan a gusto como aquí.
Santa Cruz es la capital de Tenerife, una de las siete islas que conforman el archipiélago canario. Esta es una tierra de guanches, de menceyes y de leyendas que descansa sobre el Atlántico. Coronada por el pico más alto de España, El Teide, esconde bajo sus faldas a un volcán que lleva ya muchos años dormido.
Esta isla es lava, luz y mar. Un lugar donde el azul no es turquesa, sino marino. Y el sol riela en las olas de un océano infinito. Aquí el Atlántico lo inunda todo. Este es el lugar donde el cielo y el agua se unen, colmando las sendas de un volcán bereber.
Tenerife es una isla despierta y Santa Cruz, su capital, una ciudad sedienta de arte y cultura. En un rincón angosto de la capital tinerfeña, arropado junto a la ladera del Barranco de Santos, se erige el TEA (Tenerife Espacio de las Artes). Desde el otro lado, el Mercado de Nuestra Señora de África -uno de los emblemas de la ciudad- vigila con cautela a su nuevo vecino. Los elementos diagonales en planta y los suelos inclinados que forman este edificio dan cabida a un espacio cultural diseñado por el estudio de los arquitectos suizos Herzog & de Meuron junto con el canario Virgilio Gutiérrez Herreros.
El TEA ocupa una superficie de 20.622 metros cuadrados en los que hay espacio para el Museo Óscar Domínguez, el Centro de Fotografía Isla de Tenerife y una Biblioteca Municipal que siempre está llena. Por eso es este uno de mis lugares preferidos de Santa Cruz. Es un edificio en el que se respira vida, lleno de estudiantes que devoran libros a todas horas del día y de la noche, gracias a que permanece abierta las 24 horas.
El edificio ha echado raíces en el alma de la isla. Incluso su fachada se camufla con el color de la tierra, teñida de lava y cenizas. Su rotunda pared de hormigón llama de inmediato la atención del visitante. Más de 1.200 cristales con distintas formas y tamaños filtran la característica luz de esta isla del Atlántico, creando sorprendentes imágenes cuando cae la noche. Tiene casi algo de misterioso y de leyenda…la luz del interior se escurre a través de las cristalinas perforaciones que por la mañana la dejaron colarse.
Creo que este detalle es el elemento más característico de este edificio, una obra de arte. Herzog & de Meuron las obtuvieron a partir de una imagen ampliada del mar en la que podían observarse los reflejos del sol sobre el agua. Los píxeles que aparecieron a raíz del tratamiento de la fotografía fueron copiados en el hormigón de la fachada.
El resultado es magnífico.
La distribución de la luz natural se produce de una forma extremadamente peculiar y cobra fuerza al combinarse con una extensa malla de hilos de luz que hacen las funciones de lámparas. La guinda del pastel la pone la decoración interior, dominada por la pureza del blanco y por la exquisita defensa del amor a los detalles.
El visitante se sentirá en seguida arropado por este enorme espacio. Un edificio abierto al público por medio de una inmensa rampa. Esto permitirá al paseante cruzarlo de un extremo a otro sin tener que atravesar ni una sola puerta. Es como si una de las calles de la ciudad cruzara el espacio de parte a parte. Lo hace, sin embargo, sin romper la armonía. Lo hace integrándose en él.
Es sobrecogedor el contraste entre la quietud del espacio destinado a la biblioteca y el trajín de esta plataforma que parece deslizarse a través de las paredes de cristal y hormigón. Da la impresión de estar suspendida en el aire, flotando sobre un lugar casi sagrado, destinado a la cultura, al estudio y a la reflexión.
El TEA es, en definitiva, un catalizador que conecta la vida diaria del santacrucero con el mundo del arte y de la cultura.
Lola Tienza nació en Santa Cruz de Tenerife, España, el 6 de marzo de 1985. A los 18 años dejó su ciudad natal para trasladarse a Madrid. Allí cursó sus estudios en Derecho en la Universidad Carlos III y de Periodismo en la Universidad CEU San Pablo. Desde septiembre de 2012 vive y trabaja en Berlín.